A dos semanas de haber llegado a Italia fuimos a la Agenzia delle Entrate de Ortona a preguntar cómo podíamos obtener nuestro codice fiscale, que es algo así como ir a la AFIP a tramitar tu CUIT en Argentina.
En Italia el codice fiscale es más importante que el número de documento: se usa para todo. Y en el camino hacia la ciudadanía, es necesario tenerlo para poder fijar residencia.
En general es un trámite sencillo de realizar, y por eso no nos preocupamos en hacerlo desde Argentina antes de venir, como algunos recomendaban, cosa que después lamentamos.


Primer intento: personalmente
Antes de entrar a la agenzia, usamos Google Translate para confirmar cómo decir o preguntar algunas cosas. Por más que uno haya tomado clases y estudiado algo de italiano, cuando tenés que interactuar en una situación real se te cambian los tantos.
Nos atendió una mujer bastante atenta, que nos dijo que para obtener el codice fiscale siendo extranjeros teníamos que ir a la questura en la ciudad de Chieti. Le dijimos que ya habíamos ido ahí a hacer la dichiarazione di presenza, por si se refería a eso. Pero no, según ella teníamos que ir de nuevo.
Creímos que estaba equivocada, pero no pudimos discutirle mucho; nos habíamos podido comunicar bien pero nuestro italiano no daba para tanto todavía.
Segundo intento: por email
El mismo día le comentamos la situación a una pareja de argentinos que conocimos acá en Italia y nos pasaron el dato de que podíamos pedir el codice fiscale por email. Había que completar un formulario a mano y enviarlo, o así lo había hecho un amigo durante la época de cuarentena estricta.
Así que al día siguiente enviamos el mail. Como no teníamos impresora y estábamos lejos de cualquier tipo de comercio, para completar el formulario tuvimos que escribir los datos en una hoja en blanco, escanearla con el celular, extraer los trazos con la notebook y pegarlos sobre el PDF. Un lío, pero con Gimp se pudo hacer y quedó diez puntos.

Tercer intento: personalmente otra vez
Los días pasaron y aunque tuvimos paciencia la respuesta no llegó nunca.
Decidimos volver a ir a la agenzia. Esta vez nos atendió una chica más amable, que nos explicó que teníamos que sacar un turno online, y que si teníamos algún problema le avisemos.
Contentos, fuimos a desayunar y sacar el turno desde el celular. Cuando intentamos, la fecha disponible más cercana era para dentro de dos semanas. Nos pareció demasiado; ya habíamos perdido bastante tiempo. Así que terminamos los cornetto y volvimos una vez más a la agenzia.
Esta vez nos recibió una tercera persona, un señor muy serio que se quedaba callado y con el ceño fruncido mientras yo trataba de explicarle que no podíamos esperar tanto, que necesitábamos hacerlo cuanto antes.
Cuando terminé mi exposición nos dijo, similar a la primera mujer, que necesitábamos el permesso di soggiorno para poder hacer el codice fiscale. Le dije que no, que no era necesario, y que teníamos amigos que lo habían hecho en nuestra exacta misma condición. No le encantó pero finalmente cedió y me hizo pasar.
Tutto a posto? Tutto a posto.
En cinco minutos estábamos afuera con nuestros códigos en mano.


Notas
Cualquiera hubiera pensado que el tipo estaba fastidiado, pero los italianos a veces son así: se ven serios al principio y después suelen ser amables. O al menos eso me parece.
Después me dí cuenta de que el señor tenía razón: necesitaba tener o el permesso di soggiorno o bien un recibo que te dan en el comune cuando te hacen una revisión preliminar de la carpeta. Pero sea como sea, logramos hacerlo.
Con esta experiencia me dí cuenta de la diferencia que pueden hacer diez días cuando estás aprendiendo un idioma en otro país. Esa primera vez en la agenzia no pudimos discutirle mucho a la empleada, pero pasados unos días ganamos la confianza suficiente para plantarnos e irnos victoriosos.
Abbiamo codice fiscale! Un pequeño paso para el hombre, un gran paso hacia la ciudadanía.