Llegó la ciudadanía

El último paso en el camino hacia la ciudadanía italiana consiste básicamente en tener paciencia. Una vez que se entrega la carpeta tienen que pasar dos grandes cosas: primero que la comuna revise todo y todo esté en orden, y después que llegue la confirmación final desde el consulado italiano en Argentina. Mientras tanto, sólo se puede esperar.

Revisión de la carpeta

Ya habiendo fijado residencia, procedimos a hacer la solicitud de ciudadanía.

La documentación que se entrega en la comuna al hacer la solicitud debe probar más allá de cualquier duda que uno es descendiente de italianos. No quiero entrar en demasiados detalles —y ya hay cientos de sitios web y grupos donde se explica todo esto—, pero esencialmente se trata de una serie de actas, certificados, y sentencias que a su vez tienen que estar legalizadas, apostilladas, traducidas al italiano, y nuevamente legalizadas por el Estado italiano.

Parece complicado, pero no lo es tanto. Bueno, tal vez sí, un poco.

Fiat 500 en Orsogna.

A Ana Paula y a mí nos gusta ser prolijos y simplificar las cosas lo más posible. Así que en la portada de la carpeta incluimos toda mi información de contacto junto a los datos del consulado italiano de Rosario, a donde la comuna debía escribir más adelante. También incluimos un árbol genealógico, y colocamos todo en una serie de folios, cada uno con su etiqueta. Estos detalles fueron clave para que la evaluación de la documentación se haga rápido.

Una semana después mandamos un mail a la comuna para preguntar si habían podido evaluar nuestra solicitud. Nos respondieron que sí, y que ya habían podido enviar la PEC a la Argentina. Vamos.

La espera

La PEC es esencialmente un email con una certificación añadida. Si la comuna constata que todo está en orden, debe enviar esta famosa PEC a los consulados argentinos competentes —en mi caso sólo el de Rosario— para preguntar si alguno de los argentinos de mi línea familiar ascendente renunció a la ciudadanía italiana. Y luego, esperar la respuesta.

Es en este punto del trámite, durante la espera de ese bendito mail, que la mayoría de los que venimos a hacer el trámite nos volvemos locos. El tiempo pasa y uno tiene que buscar cosas con que ocuparse, sin poder trabajar y viviendo de los ahorros que tanto costó reunir.

Comuna de Orsogna.

La espera suele ser de aproximadamente dos meses, aunque ha habido casos en que la respuesta se demora tres o cuatro meses, y a veces incluso más.

Si no estás preparado mentalmente para manejar esa incertidumbre, puede ser medio brutal.

Respuestas

Para nosotros fue bastante llevadero, al menos al principio. Quizás tuve un grado normal de ansiedad que me hacía tener todos los días la esperanza de recibir un mail de la comuna con alguna novedad, pero no más que eso.

Nueve días después recibimos la primera respuesta del consulado, en la que le pedían a la comuna una foto de mi pasaporte. A partir de ese momento estuve un poco más eufórico: si la comuna hubiera enviado mi pasaporte desde un principio quizás ya hubiera finalizado el trámite.

Chieti

Me volví a entusiasmar con la posibilidad de que todo salga en tiempo record.

Sucede que por algún motivo, incluso años antes de hacer este viaje, yo sabía que mi ciudadanía iba a salir rápido y sin complicaciones. No quiero plantearlo como algo místico, simplemente siempre creí que así sería. Y no me equivocaba.

La segunda y última respuesta del consulado llegó el 11 de febrero. En total sólo 18 días tardó en llegar el mail que me confirmaba que ya era ciudadano italiano.

No lloré, como había imaginado que pasaría. Cuando corté el teléfono la abracé a Ana Paula, le dí gracias a Dios, y mandé algunos audios a nuestra familia.

El principal motivo por el que vinimos a Italia se había concretado.

Italiano

Para mí es importante ser italiano por los dos motivos más obvios que uno se pueda imaginar:

Unos días después de obtener la ciudadanía, con nieve fuerte, en la pineda de Orsogna.

Por un lado, porque es algo que me conecta con la historia de mi familia. Mis bisabuelos dejaron Italia hace alrededor de ciento veinte años para hacer una vida en Argentina, y eso me parece apasionante. Hoy nosotros hacemos el camino inverso y volvemos a la tierra que los vio nacer. Reconstruir todo lo que pasó en el medio para mí fue un viaje en sí mismo, y obtener la ciudadanía —el reconocimiento legal de esa conexión histórica— fue el cierre perfecto.

Y el segundo motivo es que la ciudadanía es un pase libre para quedarme de manera legal en Europa todo el tiempo que quiera, ¡obviamente!

Carmina Mataloni y Girolamo Calzolari, mis bisabuelos italianos.

Nuestra historia, la de Ana Paula y yo, es distinta a la de mis bisabuelos. Quizás no dejamos nuestro país por los mismos motivos que ellos, quizás no sufrimos las distancias como se sufría en aquella época, quizás muchas cosas cambiaron. Pero ahora que estoy acá siento que los entiendo un poco más. Sólo un poco.