Comparado con otros atractivos turísticos del mundo, el Cristo Redentor no es tan grande: sólo 30 metros de altura más ocho de plataforma. Igualmente, me habían dicho que cuando lo tenés en frente es muy imponente, y era verdad, cuando estás ahí es algo bastante impresionante.⁣

No sé para los demás creyentes, pero para mí, ver una estatua gigante de Jesús no significó nada. Los cristianos no necesitamos llevar amuletos ni peregrinar hasta lugares «místicos» o estatuas gigantes. Si llevamos una cruz con nosotros será como recordatorio o para identificarnos como creyentes. Quizás —y como mucho— podría llegar a pensar «qué bueno que una ciudad como Río reconozca a Jesús y tenga un monumento como sello de su fe cristiana». Pero ni siquiera sé si eso se me cruzó por la cabeza. Lo sentí y lo viví puramente como una visita turística.⁣

Creo que me dí cuenta de esto cuando por las calles de Río nos encontramos todos esos puestos y comercios que vendían veinte mil tipos de souvenirs del Cristo Redentor. En ese momento sentí que Cristo era presentado como un objeto más entre tantos otros. Como cuando repetís una palabra tantas veces hasta que pierde su significado. Cristo era un lugar en Río, un souvenir que le regalaste a tu familia, un objeto. Algo vacío de su significado real.⁣

Pasamos los mejores días en Río, y visitar el Cristo fue también una experiencia increíble. Quizás sea por el lugar en el que se encuentra, quién sabe. Ahora sólo nos quedan seis maravillas por conocer.

Publicado originalmente en Instagram.